jueves, 12 de julio de 2012

Manoseo verbal

Las evidencias, dicen, muestran que la mujer ha sido históricamente infravalorada, vejada, humillada, reducida a un estado cercano a la esclavitud y un largo etcétera. Se le ha privado de la libertad y el libre albedrío, se le ha hecho creer que no merecía más que estar en la cocina y servir al marido. La sociedad patriarcal, en definitiva, ha sometido a la mujer, anulando sus posibilidades de expresión y ahogando sus ansias de libertad.

Una corriente del pensamiento feminista carga las tintas al tratar este asunto. El lenguaje es maleable. Pero los teóricos de la argumentación advierten claramente contra el lenguaje emotivo. El lenguaje emotivo consiste en la utilización de términos que parecen similares pero que contienen una carga emotiva, ya sea positiva o negativa, según lo que se pretenda. Así, por ejemplo, no es lo mismo decir que la mujer ha sido tradicionalmente relegada al ámbito doméstico que decir que la mujer ha sido "encerrada" en la cocina. En la palabra "encerrada" hay una carga emotiva negativa. Sucede en muchos casos, cuando en los mentideros del feminismo se habla de tortura, de acoso hacia la mujer, de "hacer callar" a las mujeres. Pero también ocurre cuando en esos mismos foros se les llena la boca diciendo que las mujeres son más inteligentes, más sensibles, que son capaces de hacer más de una cosa a la vez, etc.

Pero si queremos llegar a un mundo verdaderamente igualitario, quizá sería necesario que antes nos pusiéramos de acuerdo en el léxico que vamos a usar. Podríamos preguntarnos hasta qué punto el hombre encerró a la mujer, o si realmente no será una visión demasiado romántica y oscurantista (en plan Jane Austen) eso de la mujer a la que los hombres "hacen callar". Quizás podríamos cuestionarnos si las mujeres son más inteligentes o simplemente tienen capacidades diferentes que son más valoradas en los tests, o reconocer que sí, serán capaces de hacer dos cosas a la vez, pero siempre que una de ellas implique el lenguaje (leer, escribir....).

Entonces, cuando hayamos aclarado los términos, quizás podríamos discutir si realmente la mujer ha sido "sometida" al hombre en una sociedad patriarcal y "falocéntrica" o simplemente  se acomodó en esa posición. Y esa discusión no le gustaría a más de una.

domingo, 24 de junio de 2012

Generalizando


Cualquier generalización es tremendamente injusta y en muchos casos es inevitable que conduzca a errores de fondo, malversaciones conceptuales y mixtificaciones varias, cuando no a la más profunda estupidez. Tomar un grupo humano, separarlo del resto y dictar perfiles pseudopsicológicos es quizás la peor de las generalizaciones. Las ciencias sociales, entre ellas la ciencia económica, la mercadotécnia, y como no, la sociología, han incorporado a su rutina de trabajo estadísticas y encuestas sobre el terreno un instrumento para sus estudios y teorizaciones. Pero las encuestas no siempre arrojan toda la verdad sobre el tema abordado; para empezar por que la verdad es un concepto escurridizo, pero sobre todo por que hay un montón de factores que pueden distorsionarla. ¿Qué cree que responderían muchos hombres si le preguntan sobre su capacidad para satisfacer a sus parejas sexuales? ¿Cree que el anonimato les hará más sinceros? Pero lo peor es que al fin y al cabo, una estadística es un cálculo realizado a partir de generalizaciones, la mayoría de las veces extrapolando datos a partir de muestras de población que siempre serán forzosamente pequeñas. No pretendo cargarme de buenas a primeras la ciencia estadística. Los que se dedican a ella ya avisan que sus cálculos, a veces intrincados y extremadamente complicados, solo pueden servir como una estimación. Ellos mismos, merced a sus métodos, son capaces de calcular incluso el porcentaje de posible error de estas valoraciones que realizan. Y algo deben tener de útil, porque es cierto no siempre aciertan en las estimaciones de voto, como todos sabemos, pero aún así nos ayudan a comprobar muchas cosas por que son herramientas de aproximación eficaces. Gracias a las generalizaciones que nos proporcionan, los expertos de márqueting estudian nuestros hábitos y deseos profundos, logran saber a qué edad comienzan los adolescentes a mantener relaciones sexuales , consiguen descubrir por qué una camiseta se vende más si Cristiano Ronaldo la ha llevado antes en una entrevista en la televisión. Los sociólogos interpretan los factores del cambio generacional y los economistas predicen movimientos bursátiles que les hacen ganar miles de millones. El mundo es así. A pesar de todo generalizar funciona y lo hemos seguido manteniendo, por que nos hace el mundo más fácil. Al fin y al cabo la idea parece estupenda: reducir el mundo conocido a unas cuantas ideas y concepciones básicas y manejables, aderezadas con algún que otro prejuicio mal encubierto.

Desde la publicación de aquel inefable volumen “Los hombres son de Marte y las mujeres de Venus”, cuando se habla de hombres y mujeres se generaliza sin medida, y muchas veces con intereses partidistas. Libros como estos nos quieren hacer creer que las mujeres son más inteligentes, más sensibles, más amables, y más sociables que los hombres, quienes, en cambio, son zafios, groseros, competitivos, agresivos, y suelen tener una menor capacidad verbal. Aquel que haya vivido un divorcio conflictivo con niños de por medio podrá confirmarnos cuánto hay de sociabilidad, amabilidad y sensibilidad enel resentimiento profundo con el que muchas mujeres batallan para conseguir las mejores condiciones, muchas veces abusando y hundiendo a quien en otro momento fue su pareja y en la actualidad es padre de sus hijos. Y si algún premio Nobel de literatura está leyendo estas humildes líneas, seguramente se está riendo de la cacareada “falta de habilidades verbales” tan supuestamente masculinas. Y, qué demonios, ¿qué hay de inteligente en pasarse tres horas en el probador de un centro comercial o saberse cuántas calorías tiene una uva?

Mujeres: Guía de supervivencia

No podemos sobrevivir a las mujeres. Por fortuna, estamos condenados a convivir con ellas. Y eso es maravilloso en un gran número de ocasiones, por que ellas saben ser personas amables, fuertes, comprensivas y generosas, entre muchas otras virtudes. Pero nadie es perfecto, y la mujeres no son ángeles, también tienen sus defectos, como cualquiera de nosotros, y a la vez pueden ser tremendamente inseguras, celosas, resentidas, manipuladoras y vengativas. Esto no las hace especialmente perversas, por que al fin y  al cabo son personas, y como tales, está hechas de la misma materia que nosotros -aunque quizás con otro espíritu- Y quien esté libre de pecado que tire la primera piedra.

El cambio de costumbres y concepciones acerca del papel de la mujer en la sociedad ocurrido en los últimos decenios -y si lo pensamos bien, quizá en el último siglo-  ha sido altamente positivo y valioso. Y no negaremos el inestimable valor de todas aquellas personas, mujeres y también hombres, que han luchado contra a injusticia manifiesta que representaba  la situación de la mujer, y siguen luchando contra las barreras y desajustes que todavía se producen.

Sin embargo, el cambio de modelo con respecto a las relaciones entre hombres y mujeres y al estátus de las mujeres en el ámbitoprivado y público, resulta cuando menos confuso. Tanto que ni siquiera las misas mujeres se ponen de acuerdo en cómo debe de ser el código implícito de comportamiento y no han sabido transmitirnos unas normas y valores  básicos y bien asentados. Hoy en día una mujer es capaz de decir que todos loshombres son unos cerdos, o si se ponen más finas, afirmará que son todos unos obsesos sexuales, egoistas y zafios sin  que se les mueva una pestaña, pero reaccionará violentamente si un hombre expone una opinión sobre las mujeres tan tajantemente reductiva y ofensiva como la que ella ha realizado. Pruebe a decir en una reunión que todas la mujeres son esto y lo otro. Atraerá las más airadas réplicas. ¿Qué clase de igualdad estamos pretendiendo? Lo mismo sucede en otros ámbitos. En 2008 la priodista Teresa Viejo publicó un libro titulado "Hombres: manual de uso y disfrute", que pasó sin pena ni gloria por las librerías de nuestro país. Podríamos preguntarnos cuál sería la reacción si a alguien se le ocurriera escribir un libro titulado, dándole la vuelta al otro,  "Mujeres: manual de uso y disfrute"

Y ellas tienen todas las excusas del mundo. Durante gran parte de la historia han sido minusvaloradas y reprimidas, y aún lo son en muchas partes del mundo. ¿Significa eso que deben dar la vuelta a la tortilla en lugar de buscar un moelo de convivencia igualitario?

De eso trata este blog.